Tras la cortina, los primeros rayos de sol que se empezaban a colar descubriendo los restos que quedaban y
que duran y duran. Los restos de botellas vacías que no ayudan y el olor a
cigarrillos con vodka y sudor, solo conseguían alejarme de aquel desorden
propio. Chaqueta en mano, música en los oídos, cuanta más alta mejor y lo único
que pasa por la cabeza es un donde iré hoy en busca de nuevas sensaciones. Madrid
tiene un brillo especial a altas horas de la noche, aquellas donde puedes
escuchar incluso los sueños de la gente. Y así, noche tras noche, con un Lucky
en una y los dedos congelados en la otra junto a la manía de convencerme de que
siempre fui diferente, se repetía sin que nadie le hubiera invitado a bajar y
echarse uno. Y ahí, una noche más, la rutina hizo de las suyas, cayendo en la cuenta
de que sí, seguía siendo diferente, volviendo a mi desorden, entre mis tardes
de borrachera y cigarrillos para inspirar, pero al menos, es algo que no me
pueden quitar.
3 comentarios:
los buenos momentos nadie pero nadie te los quita disfruta de la vida licor no esta mal cigarrillos bienvenidos sean! una dulzura para variar en estos días.
un beso
Si esto lo leyera algún devoto, se habría muerto del susto.
Esta entrada está cargada de malas intenciones y tentación. ¡Qué Dios nos ampare!
¡SALUDOS!
http://undiariopersonalmas.blogspot.com.es/
muy copado, me encantan tus entradas, te le hace un par de años. saluditos! mi blog: http://noqierosernormalnuncajamaz.blogspot.com.ar/
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